El sábado por la mañana, tras una noche en la que varios de los desalojados durmieron al raso y en un coche frente a la vivienda, dos educadoras sociales intentaron que les franqueasen el paso para darle medicación a los dos ocupas, pero sin éxito. El desenlace parecía lejano, pero a primera hora de la tarde, el patriarca se presentó en el lugar y recomendó al matrimonio que permanecía en el piso que se marchase.
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