Arturo Pérez-Reverte es muy español. Bravucón, fullero, malhablado, presuntuoso, fulero, procaz. Hay miles de españoles así. Solo hace falta acercarse a la barra de un bar para encontrar a un individuo con esas características. Se les reconoce de inmediato por sus fanfarronadas. Con un palillo entre los dientes y escupiendo por un colmillo, presumen de haber encontrado la piedra filosofal. No entienden por qué el mundo no les hace caso, pues tienen soluciones para todo...
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