Ayer a las doce de la noche se apagaba para siempre la televisión pública griega. O quizá no para siempre, pues los mandatarios griegos han informado de que su intención es retomar el proyecto en unos meses, con apenas un millar de empleados y, lógicamente, con un presupuesto mucho menor. Siguiendo el dicho popular que afirma eso de poner las barbas a remojar cuando veamos al vecino sufrir alguna desgracia que pueda afectarnos también, llevo unas horas pensando qué ocurriría en España de producirse una decisión como esta. Me cuesta pensar...
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