“Y, además, con la operación de Marta todo ha sido una sucesión de errores, desde que se dejaron la bola de gasa -un ‘tapón de quirófano’, lo llamaban- hasta que ninguno de los médicos a los que acudimos posteriormente por las molestias de la niña, que tenía siempre la boca abierta y no podía respirar con normalidad, la examinaran y pudiesen haber visto la gasa”. Siempre nos dijeron lo mismo: las molestias de mi hija eran lógicas consecuencias de la operación”
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