La familia de Mario -nombre ficticio- no vive tranquila desde el pasado nueve de mayo. Sobre las doce del mediodía de ese viernes, un juego entre niños de dos años se convirtió en uno de esos sustos que los padres temen llevarse toda la vida. Cuando el padre de Mario llegó a la guardería a recoger a su hijo, se encontró a un médico, a la directora de la escuela y a su pequeño con una mordedura en el moflete. «El niño que le ha dado el mordisco está infectado con el virus del VIH».
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