El régimen cubano ha vuelto a desaprovechar, como ya es costumbre, una oportunidad histórica. La escenificación en abril pasado de la llegada de un nuevo tiempo con la salida de Raúl Castro de la secretaría general del Partido Comunista Cubano no ha podido ser más frustrante. En estos meses nada ha cambiado y todo ha empeorado. Así lo evidencian las protestas que este domingo sacudieron la isla caribeña y cuya extensión y espontaneidad, por mucho que el castrismo busque ahora enemigos exteriores, dejan al descubierto la profundidad del hartazgo
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