La ceremonia tuvo un coste de organización de 1,5 millones de euros, utilizó la base aérea de Armilla (Granada) convirtiendola en un altar y cobraron un donativo obligatorio por asistir de hasta 20€.En plena homilía, Angelo Amato, delegado de Ratzinger, recordó así la guerra civil tras el golpe de estado fascista de 1936: "El tiempo en el que querían acabar con la Iglesia; los conventos quemados, los religiosos y monjas expulsados o asesinados...una hecatombe mayor que las persecuciones romanas, y la Revolución Francesa".
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