Cientos de familias gitanas gallegas ejemplifican que la normalización no solo es posible, sino habitual. Algunas de ellas iniciaron este año el salto del poblado a un piso. Santiago, su mujer y sus hijos de 10, 6 y 4 años, viven desde diciembre en un piso de alquiler y forman parte del programa de realojo de los chabolistas de Penamoa. Él ha conseguido un empleo y la familia mantiene la actividad de venta ambulante; los niños están perfectamente escolarizados y, según dice, no ha tenido problema alguno con los vecinos en su nuevo domicilio.
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