La de Gregorio iba a ser una sencilla operación de cataratas en el hospital público de Alcorcón. Gregorio recuerda cómo mientras salía del quirófano oyó que la oftalmóloga gritaba a los celadores: "Regresad, regresad". Cuando le subieron de nuevo a la mesa de operaciones asegura que la doctora le dijo "que se había confundido y le había puesto la lente de otro paciente". El problema es que solo hay una forma de retirarla: rompiéndola. Y al hacerlo, la cirujana le provocó un edema ocular, hemorragias y heridas irreversibles en la córnea...
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