Cuesta creer que haya personas en España que se levanten por la mañana angustiadas porque Catalunya quiera hacer un referéndum. De independencia o no. Incluso que la unidad de España afecte sus vidas mucho más que los grandes atropellos que se suceden en ella. Ni las políticas que los provocan. Las encuestas del CIS no reflejan en absoluto esa inquietud: en Barómetro de mayo, citan la independencia de Cataluña como problema el 0,9% de los encuestados. Menos aún de lo habitual. Todos ellos deben tener un puesto en alguna tertulia.
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