Preparó un par de virus que pensó que podrían matar su cáncer y se los inyectó a sí misma. El cáncer comenzó a encogerse. En un par de meses, el tumor era lo suficientemente pequeño como para que los cirujanos pudieran extirparlo. Cuatro años después, sigue sin cáncer. Pero los especialistas en ética desaprobaron su apuesta.
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