Afirman que Maria Beneyto vivía sola. Pero no era así. La poetisa tenía una fiel compañera de viaje en Sara, una perra pequeña y dócil, de raza indeterminada. La escritora falleció hace dos meses, a los 84 años. La mujer repartió sus bienes y legó al ayuntamiento su biblioteca privada. Pero nada dejó escrito sobre su mascota. De la noche a la mañana el animal pasó de dama a vagabunda, de vivir como una auténtica princesa a residir en el refugio de animales abandonados.
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