Algunos artistas visuales, comprensiblemente preocupados por el impacto de la IA, defienden el control absoluto sobre los datos como forma de protección. Sin embargo, esta postura solo construye muros que benefician a las grandes corporaciones. La idea de que «todo dato tiene dueño» no protege a los creadores, sino que consolida un oligopolio. Las universidades, startups y proyectos de código abierto quedarían fuera del juego. ¿Por qué? Negociar licencias a escala masiva requiere recursos que solo poseen gigantes como Google o Meta.
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Y ahora proponen la gilipollez de licencias masivas que sólo beneficiarán a las entidades de gestión de autores y por ende a los de siempre. Y a quien pueda pagarlo
Neoluditas de pacotilla