El acto de condonar la deuda no puede sino concebirse como un gesto de la más ramplona propaganda política. Una afirmación explícita de que las normas económicas, como decía aquel alto cargo del PP acerca de las leyes y las mujeres, están para violarlas. De poco le sirve a ningún país esa condonación si supone al mismo tiempo el compromiso para más recortes. De mucho, sin embargo, le sirve a la UE (y al PP) la noticia bien sonora de que las multas se perdonan si la población se porta bien y sufre adecuadamente, que es de lo que se trata.
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