El catedrático de Botánica de la Universidad da Coruña Javier Cremades atribuye la situación a una “falta de tradición y experiencia” con este cultivo, así como a dificultades burocráticas. Cremades explica que, como país, “estamos muy atrasados en este tema. No hay tradición en el cultivo ni en el consumo de algas. La mano de obra es escasa y para conseguir concesiones hay mucha burocracia. Una empresa que quiera empezar puede estar dos o tres años de papeleos previos hasta que le dejen un sitio para cultivar”.
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