Siempre es preciso medir nuestras palabras por una cuestión básica de adecuar nuestros pensamientos a nuestro discurso pero en el ámbito público (políticos o personalidades que por su actividad profesional o social tienen especial relevancia) esta necesidad es ineludible. Lamentablemente, la práctica suele indicar lo contrario, como evidencian los siguientes ejemplos extraídos de declaraciones públicas realizadas en los últimos días.
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