En España, durante el imperio, cuando nunca se ponía el Sol, se asentó una cultura de hidalgos, clérigos, burócratas, pícaros y rufianes. Con instituciones monolíticas, como la inquisición y una burocracia omnipresente que llegaba al delirio de levantar acta de las batallas en el mismo campo de batalla. Una cultura que predominó hasta bien entrado el siglo XIX y que la tardía y raquítica Revolución Industrial, salvo en algunas zonas como el País Vasco y Cataluña, no logró provocar las transformaciones necesarias.
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