“Mi entonces novia, y ahora mujer, Margarita, trabajaba en el proyecto Nuevo Centro. Fue ella quien me aconsejó abrir Discos Ámsterdam. Era un espacio seguro, se preveía una concurrencia enorme de público y nos lanzamos, todavía la sección de discos del Corte Inglés vendía música distinta. Los 80 fueron el momento de las vacas gordas para las tiendas de discos. Valencia parecía la capital del mundo y una generación de jóvenes vivió una época incomparable que también benefició al negocio”,
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