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Planteado cómo hacer llegar a los guardias material más delicado, emplearon pavos en lugar de paracaídas. El espectáculo debió resultar surrealista: en alguna de las múltiples pasadas que hacía periódicamente, el avión de Haya bajaba en picado y abría las puertas, por las que empezaba a soltar decenas de pavos vivos con cajas atadas a sus patas. El cielo cubierto de tan insólitos paracaidistas tuvo que producir estupor en los sitiadores, dándole una pátina cómica a aquella tragedia que siempre es una guerra civil.
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etiquetas: pavos , paracaídas , guerra civil