Como ya contaba hace unos días, el Papa Pío II reunió a los representantes de la cristiandad en el Concilio de Mantua (1459) para convocar una nueva cruzada contra los turcos que, desde la toma en Constantinopla, avanzaban por el Este de Europa. El llamamiento fue recibido con indiferencia por los líderes europeos -más preocupados por las disputas entre ellos- con la excepción de Matías Corvino, rey de Hungría, y Vlad III, príncipe de Valaquia, también conocido como Vlad Tepes, Vlad el Empalador… o Drácula. Años más tarde, se volvería a repetir
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