En España, ni jueces ni fiscales son elegidos democráticamente. No representan a nadie más que a su buen hacer profesional, suscrito con la superación de unas duras oposiciones al cargo. Son funcionarios de alto rango, gozan de una elevada reverencia social y una autoridad muy exclusiva. Pero a algunos debe parecerles poco y pretenden vetar leyes y forzar cambios de gobierno. Es a lo que estamos asistiendo en las últimas semanas con los pasos procesales de determinados fiscales y magistrados en torno a la Ley de Amnistía. Ya no basta con el j
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