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¿Cuál es el problema de no ser blanco?

A los ocho años mi obsesión principal en la vida consistía en dejar de ser feo. Los hombres guapos, en las telenovelas mexicanas a las que yo era adicto, eran personas blancas que se casaban con mujeres bellas como Verónica Castro o Lucía Méndez. Tenían mucho dinero y vivían en casas bonitas con un ejército de gente uniformada a su servicio. Yo vivía en una casa sencilla de un distrito pobre de Lima llamado San Juan de Lurigancho, adonde cientos de miles de familias, como la mía, habían emigrado desde los Andes a causa de la guerra y otras viol

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