El Cristo de la Minerva es una obra de Miguel Ángel con una historia particular. El artista estaba en Florencia y tuvo que mandar a su cliente de Roma la escultura sin completar, dejando este trabajo para sus colaboradores. Y el encargado la pifió: acortó los dedos de una mano y los de un pie. Sin embargo, el cliente no quiso otra pieza en compensación, quizá porque ya llevaba casi una década esperando por ella. Años más tarde, la censura católica de la Contrarreforma colocó un paño de bronce para tapar la desnudez de la figura.
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