"Hace diez años, en mi zona había cinco churrerías, hoy sólo queda una". Lo dice con pena Jordi Segura, churrero de la plaza Joanic, en Gràcia. La disminución en el resto de la ciudad no es tan radical, pero es "paulatina año a año", señala Luis Coll, secretario del Gremio de churreros de Barcelona. Según cifras del propio sector, en los años ochenta había en la capital catalana alrededor de 150 churrerías, mientras que actualmente escasamente quedan entre 80 y 100.
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