Sin que se haya visto todavía ni un segundo de su cortometraje contra el islam, el político derechista holandés Geert Wilders ha logrado poner ya a medio mundo en alerta. Mientras que el Gobierno neerlandés está informándose de si por ley puede prohibir su emisión para evitar así la ira islamista contra intereses holandeses, la OTAN mostró ayer su preocupación por las consecuencias que el documental puede tener para las tropas en Afganistán.
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