El coste de reabrir Garoña es de más de 400 millones, mientras que su desmantelamiento ronda los 600 millones, de los que las empresas habrían de asumir cerca de 100 millones y la sociedades estatal Enresa el resto. Se ve complicado sacarle rendimiento teniendo en cuenta que no se espera que opere más allá de 2031 y que no se pondría en marcha antes de 2019. El patrimonio neto de la empresa se encuentra situado por debajo de la mitad del capital social.
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