El Inem que funciona no tiene cartel ni paredes. Tampoco escritorios ni ordenadores. Aparca en las cunetas cercanas a la vía de cintura y en las aceras del final de las calles Manacor y Aragón. También en la plaza del barrio, donde se forman las cuadrillas, se reparten los empleos y se estrechan las manos. Porque el Inem que funciona no firma contratos: solo cierra pactos verbales.
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