En el día a día de los controles policiales racistas generan miedo e inseguridad y los actos más comunes se convierten en actividades potencialmente peligrosas. Así lo reflejan testimonios como los de Abdelkader, que afirma que ha dejado de bajar al parque porque “es una locura” o Miguel que cuenta que vuelve en taxi de la obra en la que trabaja, a pesar del alto coste que este transporte representa para un sueldo de 800€ mensuales, para evitar las identificaciones.
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