El empresario admitió que se aprovechaba de la situación de los trabajadores con poca capacidad económica y les vulneraba los derechos de forma sistemática. En uno de los casos, una de las víctimas tenía una jornada laboral que comenzaba a las cinco de la mañana y se podía alargar hasta las nueve de la noche y no tuvo vacaciones ni ningún día libre durante el primer año y medio de trabajo. A otro de los casos se contrató un trabajador desde junio a septiembre de 2016 por una jornada laboral de las 06:30 hasta las 19 horas, de martes a domingo
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