El marido encontró mensajes y fotografías que demostraban que su mujer mantenía una relación con otro tras veinte años de matrimonio y por ello solicitó el divorcio. El juez que ha estudiado el caso estima que se trata de un delito de descubrimiento y revelación de secretos porque el ámbito familiar o matrimonial no excluye la privacidad, ni permite violar el derecho fundamental a la intimidad que, como persona, tiene el otro cónyuge, ni a vulnerar el secreto de las comunicaciones. El estar casados constituye un agravante de parentesco.
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