Si los verdaderos jefes del Metro de Madrid son sus pasajeros, el suburbano está dispuesto a invertir 514.250 euros en su propio Jefe Infiltrado. Como en el programa televisivo, la compañía pública licita un contrato para llenar sus estaciones de inspectores de incógnito que pongan a prueba su servicio actuando como cualquier usuario. Oficialmente, a cada especialista se le pide que aplique el método del “cliente misterioso”, una fórmula de fiscalización que lo fía todo al anonimato, y que pondrá la diana en todos los aspectos del Metro
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