Finales de octubre y en GREFA andábamos como siempre inmersos en mil tareas. Entonces llegó un nuevo paciente. Era un zorro pequeño que resultó ser una hembra y que venía en pésimas condiciones. Extremadamente débil y delgada, con convulsiones y babeando mucho. En el equipo de veterinarios nos temimos lo peor: una intoxicación o un envenenamiento. Al final resultó ser un problema de parásitos.
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