Probablemente las comparaciones son odiosas, pero a veces el único modo que tenemos algunos de darnos cuenta de que hay coches mejores que el nuestro, es que alguien te preste uno. Eso es exactamente lo que te puede pasar con nuestro presidente del gobierno (Primer Ministro, como se llama en la mayoría de democracias occidentales) cuando lo comparas con otros presidentes más formados, más preparados, y probablemente más sinceros con aquellos a los que deben respeto, los ciudadanos de sus países.
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