Después de dos trasplantes y casi tres décadas con los riñones “parados”, Joan Surià, jubilado barcelonés de 70 años, subsiste gracias al transporte sanitario no urgente que le permite acudir a diálisis tres veces por semana. “Lunes, miércoles y viernes. Piensa que en cada sesión pierdo unos tres kilos de peso: ni llego bien ni salgo bien de allí”, detalla con preocupación ante la pensión mensual que recibe, de unos 730 euros.
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