Un equipo de investigadores del MIT y Harvard se sorprendió cuando se toparon con este fenómeno por accidente. Habían estado estudiando la forma en que las truchas vivas conservan la energía nadando detrás de obstáculos que bloquean la corriente, y sin querer colocaron un pez muerto en la configuración experimental. Cuando lo miraron más de cerca, quedaron atónitos. Hay, por supuesto, una trampa.
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