El 23 de octubre de 2001 se produjo un pequeño milagro…empresarial. Sobre el escenario del Apple Town Hall en Cupertino (California), Steve Jobs presentó un dispositivo que estaba llamado a convertirse en toda una revolución para la industria de la música: el iPod. No era el primer reproductor de música digital de la historia y probablemente, tampoco era el mejor. Pero cumplía con una promesa: el permitir que los usuarios pudieran llevar consigo 1.000 canciones en el bolsillo.
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