"No hay otra salida para los jóvenes, ahora en Libia no pueden hacer otra cosa. O se meten en las milicias o se dedican al tráfico", explica una mujer de mediana edad residente en Sebha, en el centro-sur del país y centro de paso del flujo de migrantes rumbo a los puertos del norte del país. Allí, la falta de seguridad ciudadana y la omnipresencia de milicias irregulares dificulta impedir el trabajo de las mafias.
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