Deborah rompe a llorar. «Sinceramente, nunca me he visto así. Me da vergüenza estar aquí». Hace dos meses trabajaba en un salón de juegos, en el centro de la capital. «Antes era una privilegiada, tenía un buen sueldo», asegura. Pero la pandemia y el ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) que la siguió arrasó con ello. «Yo no tendría que estar aquí si me hubiesen pagado en abril y mayo», explica. Desconoce cuánto se demorará dicho retraso, aunque calcula que no cobrará antes de junio.
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