Digámoslo claramente: debemos echar al coche de combustión de las ciudades. Pero el calendario de transición trazado por las autoridades europeas es un tiro de gracia contra los fabricantes de coches europeos, que no están preparados para el calendario tan ajustado que le están marcando desde Bruselas. Lo novedoso es que el otrora influyente y lobista sector de la automóvil no puede hacer nada ante las directrices marcadas por los por los políticos. Y ello es muy raro, ya que éstos benefician siempre a las élites económicas. Veamos qué sucede.
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