La asexualidad no es sinónimo de celibato. Tampoco es la decisión de no tener relaciones sexuales. Y mucho menos, la secuela de un trauma o una disfunción hormonal. No es una patología ni un problema, sino una orientación sexual más. El halo de la invisibilidad la esconde, y no resulta fácil encontrar a una persona que quiera ponerle rostro.
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