El partido de Albert Rivera se queda también con todo el grueso del voto franquista en poder de los populares, además de los clásicos graneros de votantes, como los clubs de hípica, de golf y de tenis, los puertos deportivos, el noventa por ciento del barrio de Salamanca de Madrid, la catedral de la Almudena, media Valencia, todos los arzobispados, la Bolsa, la Casa Real y los círculos de tauromaquia.
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