La mayoría de los cerveceros viven con deleite el momento en el que se echan a los labios una caña o una pinta recién echada, con su generosa corona de espuma. El problema es que esa sensación no suele durar todo el proceso, porque la espuma acaba disolviéndose. Pero ahora, un grupo de científicos británicos han dado con la clave que pueden dejar la espuma firme de principio a fin.
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