Un laboratorio de EEUU lleva 50 años investigando cómo responden los militares a diferentes escenarios bélicos. Muchos de los ensayos se han convertido en tecnologías de uso cotidiano. Hoy, el ejército más poderoso del mundo también sabe que sin una buena alimentación y cuidado de sus soldados, no podría mantener su dominio. Por eso, EEUU dedica mucha de su mejor ciencia a estudiar cómo mejorar el rendimiento físico, psíquico y emocional de sus combatientes. El avance científico debe de ser lo único bueno que tienen las guerras.
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