[...]Entra entonces en acción la hembra de la manada, para indicar al niño de viva voz que no hiciera caso a esa señora, que quien únicamente podía darle órdenes o prohibirle cosas era ella, que siguiera con su juego. Le secunda el chulo de la playa, o sea el padre, no solo animándole a desobedecer, sino predicando con el ejemplo, pues se lanza delante de la socorrista, que le apercibe con el silbato. Lo que vino a continuación fue algo inaudito...
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