Día tras día, Omir Bekali y otros detenidos en campos de adoctrinamiento en el occidente de China tenían que renegar de sus creencias islámicas, hacerse una autocrítica y darle las gracias al Partido Comunista. Cuando Bekali, un kazajo musulmán, se negó a hacerlo, fue obligado a permanecer parado en un muro cinco horas a la vez. Una semana después fue confinado a un régimen solitario y no se le dio de comer por 24 horas. A los 20 días quería morir.
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