En el denominado "cerebro" de Shanghái, por ejemplo, las autoridades no pierden nada de vista. En pantallas inmensas, pueden conectarse a cualquiera de casi un millón de cámaras. Según las encuestas, donde Occidente percibe riesgos, la mayoría de los chinos ve beneficios. Si los algoritmos pueden localizar a todos los ciudadanos por su cara, su forma de hablar y hasta su forma de andar, los locos del volante, patanes, estafadores y delincuentes no tienen escapatoria.
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