“Los miembros de la comunidad uigur y de otras minorías no están a salvo ni siquiera después de huir de la persecución en Sinkiang. El gobierno chino sabe cómo localizarlos e intimidarlos y, finalmente, intenta llevarlos de nuevo a China, donde les espera un destino terrible. Para conseguir su devolución el gobierno chino llega incluso a presionar a otros gobiernos.”
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