China tiene dos problemas de cara a los juegos del verano que viene. Uno es la campaña desatada para aguarle la fiesta olímpica con motivo de infracciones, reales y supuestas, de derechos humanos. Otro es la contaminación. Se desconoce cómo se va a contraatacar en el primer frente, y si se va a hacer algo en general, pero en el segundo tema, ya está claro que se ha preparado un drástico paquete de medidas administrativas.
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