En 1992, dos jóvenes fueron asaltadas cuando regresaban a sus casas, de noche, apareciendo sus cadáveres a la mañana siguiente. Habían sido asfixiadas. Unas muertes cuya autoría no pudo saberse hasta 2018, cuando el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón certificó que había sido Malcom Harvey. Un marine destinado en la Base Americana en Zaragoza que fue enviado a su país por su padre, también militar, huyendo del asunto y que acabó como sheriff en Georgia. Un cáncer impidió que se pudiera hacer Justicia
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