La Catedral de Sevilla respira. Diariamente, “sube y baja un poquito” en un movimiento perfectamente predecible. “Es como si aspirara y soltara el aire”, llegando a registrar oscilaciones de hasta dos centímetros en su clave. Es uno de los descubrimientos que ha deparado la restauración de los dos pilares del trascoro, cuyas obras finalizarán en junio.
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